sábado, 21 de mayo de 2011

fugacidad

Hacía años que no vivía la aventura de salir con lo puesto y un saco de dormir. Surgió como surge una conversación espontánea. Una hora, el crepúsculo; la compañía de mi hija con la que comparto como la gota del grifo estropeado que a duras penas cae … una cada …no sé cuantos. Un horizonte que recorrer. Un viaje de ida y vuelta.


El horizonte, apenas recortado por alguna colina que atrapaba alguna nube. A veces una palabra, otras nada. Y el camino continúa. En el interior como la vela recién encendida, un perfume especial me invade era el viento compitiendo con la velocidad… reduzco la marcha no había prisa. Una vela y la llama pequeña que ilumina y probablemente calienta apenas la roce…

Nunca antes tuve tánto interés por cuánto puede significar una simple vela. Enciendo las luces. El crepúsculo difumina las formas. La aves han dejado de acompañarnos y la noche emerge poco a poco… un suspiro.

Contornos que horas antes majestuosos se erigían y nos convidaban a continuar, ahora no son sino oscuridad.

 
De pronto, una silueta inmóvil. Unos ojos rojos, estrellas de un animal que fue.
Lo lamenté. Como lamenté todas aquellas que se iban estampando contra el cristal delantero del coche.
¡ cuán frágil es la existencia¡ 


”tranquila aceptación de la vida en el mundo tal como es y como viene; de aguardar el momento y la oportunidad, sin forzar nunca el resultado, sino que este se despliegue a su tiempo según su naturaleza”.

La carretera se estrecha. Una vía de doble sentido, mi vista algo más cansada. Disminuyo la velocidad aún más. Ya no me importa si no llegar. Pierdo por un instante la visión deslumbrada por la torpeza de alguien que en dirección contraria olvida cambiar la luz larga. Larga… como la carretera.

Ahora importa saber que estamos bien.

Yo no puedo decir si lo que el mundo considera “felicidad” es o no es felicidad. Todo lo que sé es que cuando considero el camino que muchos recorren tratando de conseguirla, los veo correr precipitadamente, amargados y obsesionados, con las prisas generales del rebaño humano, incapaz de detenerse a sí mismo o cambiar de dirección. Y todo ello mientras proclaman que están a punto de conseguir la felicidad. (Thomas Merton)

Me preguntaba si tenía algún sentido. Si el esfuerzo merecería la pena. Si era esfuerzo o sacrificio o simplemente un viaje más. ¿qué es más importante? ¿acaso era un viaje interior? ¿un camino que recorrer? ¿fugaz?

¿era lo correcto? ¿qué hubiera sido lo correcto? ¿qué lo incorrecto? ¿Acaso tántas preguntas merecían la pena?

Nada lo es cuando de amistad hablamos. Es Todo. Dejé de preguntarme.
Los artificiosos fuegos iluminaron la respuesta.
La ciudad nos obsequió con colores al cielo y al fin un desvío…habíamos llegado.
colores al cielo de san juan- en medio, la nada

Había llegado. Compartí mi tiempo, el poco del que dispongo y saber estar tanto a sólas en medio de una multitud, como llenarme de todos y cada uno.

Observo, miro hacia arriba… me gusta ver cómo las ciudades decoran sus tejados, sus cornisas… me gusta imaginar que una ciudad se distingue por ellas.

Compartí mi tiempo hasta el amanecer. Compartí mi cansancio y mis kilómetros. Llegué. La mezquindad no es el camino… y este largo viaje sólo fue el comienzo.



El aire fresco

del alba..






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saltamontes

por el camino seco- los saltamontes.