y ver..y sentir..que al poniente el sol despliega su halo de luz, tal vez, el último de hoy. Pero, mientras se va tras la cortina que es esa montaña, el valle…me invita a seguir mirando. Y escucho…la corriente del arroyo que fue, que mermó, día tras día, hasta ser no más que un charco. Qué ridículo me parece hoy y sin embargo…qué lleno de vida.
Larvas, zapateros, ranas, y otros cuyo nombre desconozco..hasta la líbelula lo ha visitado por un instante.
Sigue poniéndose el sol, pero no deja de haber vida. A mi alrededor todo se torna anaranjado, y en este despliegue de sensaciones un murciélago llama mi atención. Va y viene, junto a la farola… que al fin iluminó la calleja estrecha. No ve, pero no le falta nada. Una farola, y la tiene. Como yo, hoy, tengo esta inmensidad. Y me siento tan pequeña…
pequeño charco-
la libélula se ha posado
por un instante.
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