Hacía años que no vivía la aventura de salir con lo puesto y un saco de dormir. Surgió como surge una conversación espontánea. Una hora, el crepúsculo; la compañía de mi hija con la que comparto como la gota del grifo estropeado que a duras penas cae … una cada …no sé cuantos. Un horizonte que recorrer. Un viaje de ida y vuelta.
El horizonte, apenas recortado por alguna colina que atrapaba alguna nube. A veces una palabra, otras nada. Y el camino continúa. En el interior como la vela recién encendida, un perfume especial me invade era el viento compitiendo con la velocidad… reduzco la marcha no había prisa. Una vela y la llama pequeña que ilumina y probablemente calienta apenas la roce…
Nunca antes tuve tánto interés por cuánto puede significar una simple vela. Enciendo las luces. El crepúsculo difumina las formas. La aves han dejado de acompañarnos y la noche emerge poco a poco… un suspiro.
Contornos que horas antes majestuosos se erigían y nos convidaban a continuar, ahora no son sino oscuridad.
De pronto, una silueta inmóvil. Unos ojos rojos, estrellas de un animal que fue.
Lo lamenté. Como lamenté todas aquellas que se iban estampando contra el cristal delantero del coche.
¡ cuán frágil es la existencia¡